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Ahora a Escribir. Por Qué Empiezo (También) Ahora…

Publico este artículo porque sus lecciones son universales. La transformación de una empresa hacia la IA no es solo un reto técnico, sino también personal para ti como emprendedor. Requiere valentía, constancia y aceptar que no todo tiene que ser perfecto desde el principio. Este texto lo demuestra: entiendo este proceso porque lo estoy viviendo. Es la prueba del lado 'mentor' de mi trabajo.

Por Ingolf Christian Ernst 12/8/2020

Disponible también en: Deutsch | English

Este artículo de finales de 2020 es una visión muy personal de mi propia lucha con la disciplina y el perfeccionismo. Lo vuelvo a publicar porque las lecciones son universales. La transformación de una empresa hacia la IA no es solo un reto técnico, sino también personal para ti como emprendedor. Requiere valentía, constancia y aceptar que no todo tiene que ser perfecto desde el principio. Este texto lo demuestra: entiendo este proceso porque lo estoy viviendo. Es la prueba del lado ‘mentor’ de mi trabajo.

Por qué empiezo (también) ahora a escribir cada día.

Desde hace varios años quiero tener mi propio blog y también un podcast. He publicado algunos artículos, pero honestamente han sido muy pocos. Aunque me he propuesto escribir y hasta he reservado tiempo para ello, no ha pasado mucho.

No es que sea perezoso y prefiera ver series en Netflix. Todo lo contrario.

Mirando atrás, diría que dos factores principales—además de la falta de disciplina—han hecho que mi blog no creciera.

Mi Planificación del Tiempo Impidió que Escribiera

En primer lugar, los bloques de tiempo que reservé para escribir no fueron lo suficientemente consistentes. Siempre programaba la escritura cuando había un hueco en mi calendario. No había horarios regulares. Tampoco tenía en cuenta mi nivel de creatividad y energía. Gran error.

Así que pasó lo que tenía que pasar. O bien había algo más urgente que hacer en ese momento, o—lo que era peor—cuando por fin me sentaba a escribir, estaba demasiado cansado o distraído para poner algo significativo en papel. Eso era aún más frustrante que no tener tiempo para escribir.

¿Quién Se Supone Que Va a Leer Esto y Por Qué?

El siguiente obstáculo, quizá aún mayor, era mi perfeccionismo. O más exactamente, mi síndrome del impostor.

Todo empezaba con la elección del tema. Cuando se me ocurría una idea, las dudas venían enseguida. ¿Puedo siquiera escribir sobre esto? ¿A alguien le interesará leerlo? ¿A quién le importa?

Por supuesto, también tuve muy buenas ideas (al menos en mi opinión). Incluso imaginaba lo que podría escribir mientras conducía, en la ducha o entre reuniones. Pero casi nunca llegaba a hacerlo. Véase el punto 1: no tenía horarios fijos para escribir.

¿Y Ahora?

Basta de excusas y lamentos.

Ahora a escribir. Cada día, al menos de lunes a viernes.